Rio Rojo Excerpt

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Prólogo

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Wesley Stone se acercó al botón de volumen de su tablero roto y lo giró a la derecha. Quizás si le subía suficiente a la música, silenciaría la voz en su cabeza.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

¿Tiempo a qué? No había ningún otro hombre lobo alfa en la manada Cielo Púrpura, así que todos sabían que Wesley eventualmente los lideraría. ¿Exactamente qué esperaban?

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Desafortunadamente, el sonido de su cabeza era más fuerte que cualquier canción de rock. Volvió a girar el botón. Admitía que con veintitrés aún se era joven para ser el lobo alfa de una manada, pero no lo era tanto. Además, su tío Paul ya tenía sesenta, superaba la edad en la que normalmente los lobos alfas pasaban las riendas. Era tiempo para que le otorgara el liderazgo a Wesley.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Alzó el volumen y deseó, no por primera vez, que su viejo Civic tuviera un mejor equipo de sonido. Wesley había pasado tres horas al día en ese coche durante los cuatro años que había tenido que viajar de ida y vuelta a la universidad más cercana. Conseguir un título había sido idea de su tío. Le dijo que le daría mayor credibilidad, pero pocas personas de su pequeña manada asistían a la universidad, por lo que no se impresionaron con su duro trabajo, ni con su nuevo conocimiento sobre ingeniería ambiental.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Los recuerdos de aquellos días largos se apilaron: despertarse temprano, conducir de las tierras y bosques de su manada hacia la jungla de concreto, asistir a clases en enormes edificios, ocultarse solo en la biblioteca mohosa y luego volver a casa y dejarse caer en la cama exhausto, para repetirlo todo al día siguiente. ¿Y para qué? Al contrario, ese tiempo que había pasado lejos había creado mayor distancia entre él y los hombres lobo que estaría liderando.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Una vez Wesley fuera en verdad su alfa, seguramente notarían su fuerza, su entrega, sus habilidades para el liderazgo y sabrían que la marca en su piel no importaba. Incluso, quizás, la manada lo respetaría.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

Por supuesto, para que Wesley fuera lobo alfa, primero su tío tendría que retirarse. Con un metro ochenta de altura y con un cuerpo de ochenta y cinco kg, Wesley tenía la ventaja del tamaño y la juventud a comparación de su tío. Si el hombre continuaba aferrándose al puesto, lo retaría y seguramente ganaría. Pero ¿a qué costo?

Su tío, aunque no era tan fuerte como en su juventud, era un buen lobo alfa y siempre lo había tratado bien. Su madre se horrorizaría si se iba en contra de su amado hermano, además la manda no confiaba en él, así que tomar el puesto por la fuerza no le ganaría la simpatía de nadie. Vencerlo en un duelo podría hacer que consiguiera el puesto de lobo alfa, pero perdería el respeto de todos los que le importaban, incluido él mismo. No tenía opciones, ni soluciones. No le quedaba más que esperar.

«Solo tienes veintitrés. Dale tiempo».

El botón que había vuelto a girar, se rompió y le quedó en la mano.

—¡Mierda! —gritó al coche vacío.

La música estaba a máxima potencia, así que no pudo escucharse a sí mismo, pero su garganta sintió el esfuerzo. No solo eso, también lo sintió el resto de su cuerpo. Su corazón se aceleró, sus pulmones se esforzaron por aspirar y sus músculos se tensaron tanto que pudieron haberse roto en cualquier momento. Necesitaba encontrar una forma de liberar la tensión y la frustración, y cuando miró por el parabrisas las calles por las que había estado conduciendo ciegamente en su esfuerzo de alejarse de esa espantosa conversación que había tenido con su tío, encontró la solución ideal: un bar humano.

La mayoría de hombres lobo tenían parejas destinadas, pero los lobos alfa necesitaban enfocarse en su manada, no en una pareja, así que, en vez de formalizar con un solo lobo, entregaban su vida a la manada y satisfacían sus cuerpos con otros lobos que aún no tenían pareja. Wesley tenía un espejo, sabía que era atractivo y había recibido miradas de admiración e invitaciones de los humanos de su escuela, pero no había sido receptivo a ellos porque dedicaba todo su tiempo libre y energía a socializar con su manada. Desafortunadamente, los hombres lobo que siempre buscaban la atención de un lobo alfa se habían alejado de él por la cicatriz que tenía desde que nació. Mientras giraba el volante y aparcaba bruscamente, lo último que quería era enfocarse en los lobos que lo mantenían a distancia.

La cicatriz, aunque era grande (la piel con textura peculiar bisecaba su estómago desde debajo del ombligo hasta la entrepierna) no le evitaba transformarse ni correr más rápido que los demás, o ser más fuerte. Cuando escaramuzaba con otros lobos cuando era pequeño siempre ganaba, demostraba su fuerza y dejaba claro que la anomalía de su piel era irrelevante. Los hombres lobo eran animales, así como personas, y los animales percibían una anomalía como debilidad, así que, para ellos, la cicatriz importaba.

En un bar lleno de humanos ebrios, no atañería. Notarían su fuerza y apreciarían su aspecto. Lo querrían, aunque fuera sin ropa. En ese momento, necesitaba con desesperación que le recordaran, que, como un lobo alfa, debía ser admirado, no excluido. Aunque fuera de personas que no tenían idea de quién era ni que los hombres lobo existían. 

**

Al parecer, su decisión de enfocarse en su manada y en su educación en vez de involucrarse con humanos significaba que no comprendía por completo la etiqueta de los bares, por lo que se le pasaron por alto las pistas que decían que ese bar era exclusivo para hombres. O, más específicamente, hombres que disfrutaban de la compañía de otros hombres. De hecho, había estado ahí media hora, bebiendo una cerveza tras otra en un intento por calmarse, cuando se percató de la ausencia de mujeres y, poco tiempo después de eso, la forma en la que unos hombres interactuaban con otros.

Su reacción inicial fue levantarse y marcharse antes de que alguien lo viera y pensara que su presencia en un bar gay fuera otra diferencia que no lo hacía merecedor de servir como alfa. Entonces recordó que estaba lejos de la manada Cielo Púrpura y en un bar humano donde nadie lo reconocería, así que se acomodó en su taburete y ordenó otra bebida, mientras pensaba en sus opciones.

Entre el tiempo que había pasado alejado de su manada y lo reacios que eran los hombres lobo con él, Wesley no tenía el nivel de experiencia sexual digna de su estatus como lobo alfa, y las experiencias que había adquirido habían sido todas con mujeres. La verdad es que le parecía que los hombres de su manada eran tan atractivos como las mujeres, pero jamás se había acercado a ellos porque no había sentido ningún interés de su parte, y de haberlo hecho, se habría preocupado de mostrar cualquier característica que algunas personas consideraban menos que óptimas.

Ninguno de estos humanos lo conocía, y dado donde elegían pasar su noche, ninguno de ellos pensaría menos de él por estar con otro hombre. Ya estaba dispuesto a desviarse de su regla de solo dormir con hombres lobo, por qué no tomar la oportunidad para probar algo que posiblemente jamás volvería a intentar, sexo con un hombre. Con la decisión tomada, Wesley rodeó la copa de cerveza y se la llevó a la boca mientras se giraba y miraba sus alrededores.

El bar no era muy grande ni estaba muy lleno, así que no le tomó tiempo catalogar a los humanos disponibles. Desafortunadamente, era la única persona sola así que así no le fue posible determinar cuál sería la opción obvia. A las personas que estaban sentadas en pareja e intercambiaban caricias no las tomó en cuenta. Si bien los lobos alfa raras veces tenían pareja, se percataban de lo importante que era que los miembros de la manada encontraran a sus otras mitades y, por lo tanto, no se acercaba a lobos emparejados para tener sexo. Los humanos no tenían el mismo tipo de unión, pero Wesley no encontró razón para buscar un hombre que ya estaba con alguien más, en su lugar se enfocó en grupos grandes e intentó determinar quiénes de ellos no tenían pareja. El procedimiento no fue tan fácil como lo hubiera esperado, al contrario de los humanos en sus clases universitarias, las personas en el bar eran tan cariñosas con el otro como cachorros de lobos, quizás debido al alcohol que consumían.

Después de pasar los ojos por el lugar, notó a un pequeño rubio observándolo. Cuando Wesley enfocó su mirada en él, los labios del otro hombre esbozaron una sonrisa tímida. Lo vio de pies a cabeza, sus sentidos de alfa le fueron útiles dada la poca luz y la distancia entre ellos. El humano estaba bien arreglado, era atractivo y basado en la forma en la que lo miraba, parecía obviamente interesado. Una vez todos sus requisitos se cumplieron, se propuso caminar hacia el otro hombre para implementar el plan de liberar sus frustraciones, al menos esa noche.

Antes de que pudiera dar un solo paso hacia su objetivo, algo, o mejor dicho alguien, captó su atención por el rabillo del ojo. Girando la cabeza al lado, Wesley miró a la enorme puerta de metal frente al bar y evaluó a quien acababa de entrar. Parecía de la misma altura que él, su cabello desaliñado estaba teñido de un verde ostentoso, había algo brillante en su ceja derecha, una perforación, y sus pantalones eran rojos incandescentes. Su apariencia entera debió haberlo alejado, porque siempre le gustaron las parejas sexuales más pequeñas y sumisas, posiblemente algo que se debía a su naturaleza de alfa. Quizás se debió al alcohol en su cuerpo, pero a pesar de la altura y su apariencia colorida, captó su atención por completo que no pudo alejar la mirada.

En cuestión de segundos, la mirada del hombre se enfocó en él y sus ojos se abrieron como platos, primero en sorpresa y luego emocionados. Sin dudarlo, caminó hacia él, ignorando a todo y todos en el bar. El deseo en su mirada era exactamente lo que necesitaba para aliviar los sentimientos de rechazo de su manada y se le olvidó fácilmente el rubio al otro lado de la barra mientras su corazón latía por el deseo de pasar tiempo con ese nuevo hombre intrigante.

—Hola —le dijo tan pronto como se le acercó.

A pesar de su apariencia poco convencional, el hombre frente a él casi logró enloquecerlo. Casi porque no tenía el aroma salvaje, cálido y confortable de los hombres lobo. Aunque todo en el bar le olía poco familiar: licor, sudor, cigarrillos y almizcle; así que ya se había resignado a ignorar su sentido del olfato esa noche.

—Hola. —Estaba acostumbrado solo a socializar con los hombres lobo que había conocido toda su vida y pensó lo que podría decirle a una posible conquista humana. Podría usar una línea para seducirlo, pero las únicas que se le ocurrían eran de películas cursis y de ninguna manera le iba a preguntar al tipo si allegaba al bar seguido.

—Cielos —dijo el hombre con apreciación mientras pasaba sus ojos delineados de negro desde el rostro de Wesley hasta los pies y de vuelta—. Eres más hermoso que en mis sueños.

Aliviado de que ambos estuvieran en el bar por la misma razón y no tendrían juegos mentales o esperarían a llegar a cierto punto de la noche, pudo sentir que se relajaba. Incluso logró reír.

—Mis fantasías normalmente implican menos ropa. —Pasó su mano sobre el pecho del humano y acarició con su pulgar un pezón cubierto por la camiseta—. ¿Quieres que salgamos de aquí para que pueda mostrarte qué más implican?

—Claro. —Una pizca de duda apareció en el rostro del humano—. ¿Quieres ir por… una taza de té y platicar?

Oh, no. Conversar era una mala idea porque el constante estrés que implicaba su papel en la manada lo tenía exhausto y no confiaba en que no diría algo que podría parecerle inusual al humano. Por otro lado, no había llegado al bar a hacer amigos. Había llegado a acostarse sin preocuparse todo el tiempo de que su pareja estuviera viendo las cicatrices en su abdomen y juzgándolo como alguien que no era digno de liderar. Había visto el interés y el deseo en los ojos del hombre de cabello verde desde el momento en que lo había visto y no permitiría que lo retrasaran.

—De hecho, no. —Pasó sus dedos por el cuello del hombre y lo rodeó con la mano, manteniendo su agarre delicado mientras caminaban hacia la puerta—. Quiero llevarte a casa.

Tragando fuertemente, el hombre asintió.

—De acuerdo, ¿vives cerca?

Al salir al aire fresco de la noche, sacudió la cabeza y parpadeó al sentir que la cabeza le daba vueltas.

—No. —Señaló hacia su coche con placas de otro estado—. Quise decir que deberíamos ir a tu casa.

El hombre se quedó en silencio varios segundos, frunció el ceño y pareció estudiar su rostro.

—Tampoco soy de por aquí —dijo finalmente—. Pero podemos rentar una habitación de hotel y…

—Eso es perfecto. —Wesley le sujetó el codo y lo guio hacia el hotel al final de la calle—.  Una noche en un hotel es exactamente lo que tenía en mente.

**

Incapaz de ignorar por completo su preocupación de ser visto y juzgado por involucrarse con un hombre y un humano, Wesley se quedó atrás mientras su nuevo amigo rentaba la habitación. El silencio continuó mientras subían los escalones y pasaban por un pasillo escasamente iluminado, una pizca de ansiedad se apoderó de él como si algo se le estuviera pasando por alto.

Incapaz de identificar cualquier potencial problema, además de su elección de pareja para la noche, se recordó a sí mismo que un lobo alfa merecía una velada en la que pudiera pensar en sus necesidades en vez de las de su manada. En ese momento, no estaba seguro si podría ser lo que su manada necesitaba a menos que alguien lo tocara y lo mirara con deseo en vez de aprensión.

—Oye, no importa lo que sea, todo estará bien.

Esas palabras dichas en voz baja lo regresaron al presente. Debió haberse perdido en sus pensamientos más de lo que se percató porque estaban parados dentro de la habitación de hotel y la puerta ya estaba cerrada.

—Estoy bien —dijo por reflejo.

—Claro que sí —respondió el otro hombre mientras pasaba su mirada de arriba abajo por su cuerpo.

No habían encendido la luz así que dudaba que el humano pudiera verlo, pero el sentimiento había vuelto a despertar el deseo de antes.

—Me alegra que lo pienses.

—Necesito besarte —susurró el comentario justo antes de que unas manos cuidadosas tocaran su rostro y unos labios carnosos se unieran a los suyos.

La acción no era agresiva en sí, pero estaba acostumbrado a liderar toda interacción así que lo tomó por sorpresa. El instinto le obligó a sujetar las muñecas del hombre, aunque el deseo le exigió abrir los labios y aceptar el beso. El sabor del humano era más delicioso de lo que se imaginó, más potente. Incrementó su lujuria y abrumó su cerebro.

Al parecer, su pareja tuvo la misma reacción porque gimió. Cuando sus bocas se unieron y sus lenguas se entrelazaron, se tambalearon por la habitación buscando ciegamente su camino a la cama y se dejaron caer sobre el colchón. Todo pensamiento de dominación escapó de su mente mientras giraban de un lado de la cama al otro y sus cuerpos se movían al compás. El reemplazar suaves curvas por músculos macizos lo complació internamente, así como la carne excitada que se frotaba contra su muslo. Nada se había sentido tan perfecto, tan necesario, y se preguntó cómo era que había pasado su vida entera sin ello.

Mientras se movían juntos, el humano pasó sus manos de las mejillas de Wesley hacia los costados de su cabeza, enredando los dedos en sus rizos y profundizando el beso. Se aferró a ese delgado cuerpo contra el suyo y lo embistió con las caderas, la fricción era necesaria. Mareado por la falta de oxígeno y por las hormonas, no estaba consciente de cómo terminó sobre su espalda con un inesperado cuerpo fuerte sobre él, pero sus piernas se separaron por reflejo, dándole espacio para que el humano se le acercara.

—Se siente bien —susurró mientras pasaba sus labios por la mandíbula de Wesley. Movió su lengua sobre su lóbulo y lo embistió con las caderas, logrando que su erección se deslizara sobre sus testículos y pene.

Necesitaba más de esa sensación, así que levantó la pelvis, y antes de que pudiera reaccionar una erección se frotaba contra su trasero. Aunque las capas de tela evitaban que tuvieran contacto, pudo sentir la fricción en ese lugar sensitivo y su orificio se estremeció en respuesta.

Tomar el papel receptivo en esa velada no había sido parte de sus planes. Así que a pesar de que su cuerpo parecía hambriento, hubiese tomado el control de la situación y regresado a lo familiar, en donde él dominaba la interacción, de no ser por unas manos cálidas que le quitaron la camisa y acariciaron su abdomen, su estómago cicatrizado e imperfecto, lo único que pudo hacer fue darse la vuelta y presionar su vergüenza contra el colchón donde no podría ser visto.

Interpretando el cambio de posición como una petición, el humano frotó sus caderas contra su trasero y le preguntó:

—¿Quieres que te folle?

Aunque esa posición le permitía mantener su abdomen oculto, habría podido lograr lo mismo de otra manera o podría haber dejado que el humano viera su cicatriz. A pesar de que no le pareciera atractiva su piel con la textura extraña, el humano no asumiría que su cuerpo menos que perfecto significaba que no sería un buen líder.

—Sí. —Su respuesta le sorprendió, pero la verdad era que ocultar su cicatriz era solo una pequeña parte de por qué se giró. La razón principal era porque estaba abrumado por el deseo de saber cómo era que ese miembro duro se sentiría contra él sin la ropa, piel contra piel, cómo se sentiría en su cuerpo.

En esa noche lejos de la manada, si bien no era una oportunidad única en la vida, era una muy rara y no sabía cuándo, o si alguna vez, tendría otra oportunidad de tener sexo con un hombre sin repercusiones. Aunque encontrara un miembro de la manada que estuviera interesado en él, jamás podría tomar un rol sumiso durante el sexo. La manada no estaba en esa habitación de hotel y el humano con el que estaba no pensaría que era un lobo alfa débil por haber cedido el control, pues no tenía idea de que los lobos alfas, u hombres lobo en general, existiesen. Así que cuando manos firmes sujetaron su trasero y lo masajearon, se dijo a sí mismo que se relajara y disfrutara de la sensación en vez de darse la vuelta y hacerse cargo.

—Necesito quitarte esos pantalones y sentir tu piel. —La voz del humano se tornó más ronca y sexy. Presionó su pecho contra su espalda y besó su nuca mientras rodeaba su cintura con los brazos y jugó con el botón y cremallera de sus pantalones. Mientras tanto, continuó embistiéndose contra el trasero de Wesley, recordándole lo que harían pronto.

Para cuando le abrió los pantalones y se los bajó a los muslos, junto con la ropa interior, su cuerpo se estremeció y en lo único que podía pensar era en tener mayor fricción, más caricias, más de todo del hombre que tenía encima.

—Sí —susurró cuando una mano hizo el primer contacto con la piel desnuda de su trasero. Mantuvo los hombros abajo y levantó la parte trasera, la posición era vulnerable y poco familiar, pero en ese momento se sentía bien—. Te deseo. —Esas palabras no expresaban la intensidad de lo que sentía. No tenía idea de que sentirse aislado en su propia manada se había vuelto tan pesado, pero así era. No tenía otra explicación del por qué una simple caricia de un extraño lo quemaba tanto desde el interior.

—También te deseo, más de lo que te imaginas. —Le quitó la camiseta, exponiendo toda su espalda y luego lo besó, mordisqueó y lamió la piel que ahora se había vuelto sensitiva. Mientras su boca lo estimulaba, sus manos continuaron acariciando sus muslos y caderas, hasta que eventualmente llegó a sus glúteos, los separó y pasó sus dedos por su piel explorando ese lugar que nadie jamás había tocado.

—Oh —jadeó Wesley, sorprendido por lo mucho que disfrutaba la sensación. Separó las piernas, lo más que pudo.

—Me es imposible separarme de ti, pero necesito ir a ver si hay lubricante en el baño. —Presionó su dedo contra el orificio de Wesley y movió su dedo en círculos, presionando sin penetrar. Un sonido completamente extraño escapó de sus labios. Parecía un gemido, pero eso no era típico de él, así que debió ser otra cosa—. Espera un momento, ¿de acuerdo? —Lamió de la base de su glúteo a su espalda—. Volveré pronto. —El colchón crujió mientras el hombre saltaba de la cama.

Si se hubiese quedado en esa posición lo suficiente para que la lujuria se aclarara de su mente, habría cancelado el encuentro, o al menos, hubiera cambiado las reglas del juego. Pero en segundos, el colchón se hundió y Wesley fue reconfortado por ese cuerpo cálido que lo cubría.

—Encontré un pequeño recipiente de crema. Probablemente no sea tan buena como el lubricante, pero funcionará. —El dedo volvió, esta vez lubricado y húmedo—. Estás tan caliente aquí. —Continuó presionando hasta que lo penetró—. Muy caliente —dijo con voz ronca, presionándolo más.

Gimiendo, Wesley relajó los músculos y disfrutó la sensación erótica de tener a otra persona en su interior. Cuando el dedo acarició su próstata, sus suaves gemidos se volvieron jadeos.

—Oh, Dios.

—Espero que esos sonidos sean de satisfacción porque necesito sentir este calor prieto en mi pene. —El humano sacó su dedo con cuidado y lo volvió a penetrar, moviéndolo de lado a lado—. Eres tan suave, tan delicado.

Las sensaciones incendiaron su cuerpo, robándole las palabras.

—Ajá. —Fue lo más cercano que Wesley pudo decir para que continuara—. Es bueno.

—Lo mejor —dijo el hombre, parecía impactado. Pasó sus labios sobre su espalda y luego el dedo desapareció. Wesley lo miró por sobre su hombro e intentó ver en la oscuridad. El humano estaba arrodillado detrás de él vertiendo crema sobre su erección—. Esto deberá ser suficiente —susurró mientras lanzaba el recipiente. Puso una mano sobre su espalda, manteniéndolo en su lugar, y luego con la otra rodeó la base de su pene, lo sostuvo firmemente mientras se acercaba a su objetivo.

Wesley jamás había tenido sexo anal con las mujeres que se había llevado a la cama, así que no sabía si el acto supuestamente debía doler, cuando ese miembro cálido lo penetró, se sintió aliviado al sentir placer. Presionó su frente contra el colchón y cerró los ojos, bloqueando todas las distracciones para poder disfrutar de la sensación.

—Más —murmuró, la palabra escapó de sus labios sin permiso—. Quiero que me llenes.

—Ummm —el gruñido detrás de él parecía dolorido y excitado a la vez—. Lo haré. —Las embestidas contra él continuaron hasta que sintió vello púbico frotarse contra su trasero y luego el humano se dejó caer sobre su espalda, lo rodeó con un brazo y acarició su estómago—. Te llenaré por completo.

Su piel mal formada jamás había sido una zona erógena, cómo podría haberlo sido cuando él hacía hasta lo imposible por ocultarla, pero cuando esa mano cálida y fuerte entró en contacto con su cicatriz, el estímulo incrementó inimaginablemente.

—¡Oh! —gritó con sorpresa y luego gruñó—: Sí.

—Se siente muy bien. —El humano lamió y mordisqueó su nuca mientras lo penetraba y acariciaba con la mano su estómago cicatrizado—. Tan perfecto.

Aunque no tocó su pene directamente, su mano lo rozaba mientras se movía sobre el estómago de Wesley. Eso, con la fricción de las sábanas suaves, fue suficiente para enviarlo al clímax.

—Estoy cerca —jadeó, apretó la mandíbula y sus pulmones trabajaban tiempo extra.

—También yo. —Dientes mordisquearon sus hombros y cuello mientras ese grueso pene continuaba penetrándolo y calentándolo desde adentro—. Desearía poder hacer esto siempre. No quiero detenerme.

—Yo tampoco. —Por primera vez en su vida, no estaba pensando en su manada ni su rol como lobo alfa o en las obligaciones que había nacido para cumplir. Se meció hacia atrás, recibiendo las caderas del hombre mientras lo embestía—. Dios, yo igual.

El tiempo se detuvo, su mente estaba en blanco excepto por el poderoso cuerpo sobre él, dentro de él, y pronto llegó al éxtasis, su semen fue expulsado sobre el colchón mientras gritaba de la felicidad.

—¡Sí! —gimió el hombre detrás de él y luego su aliento cálido sopló sobre su mejilla—. Sí.

Wesley giró la cabeza y sus bocas se encontraron en un beso salvaje, (labios, lenguas, dientes y pasión). Cuando sus cuerpos terminaron, sus testículos se vaciaron y sus corazones regresaron a la normalidad, el beso se volvió más suave, las caricias se volvieron más tiernas y fue rodeado por primera vez por los brazos de otro hombre. En vez de separarse, ahora que ya había terminado su lujuria, se acercó más, aferrándose a la persona que le había dado una satisfacción que le llegó al alma, algo que no había experimentado nunca y no pensó que fuera posible cuando horas antes se había alejado enfurecido de las tierras de la mandada Cielo Púrpura.

Entrelazado en los brazos de Wesley, el humano se quedó profundamente dormido. Lo abrazó, se sentía extrañamente protector del extraño, pero, supuso, que era posible que estuviese proyectando su necesidad de proteger su manada al humano. Hasta ahora, su tío le había negado el rol de lobo alfa y la manada lo había mantenido a distancia. Sin embargo, si quería ser su líder, necesitaba ser paciente y darles tiempo para que se dieran cuenta que una cicatriz superficial no alteraba su fuerza ni habilidad para proveerles y mantenerlos a salvo.

Con el recordatorio de sus obligaciones en la mente, suspiró y se alejó del humano. Ninguno se había quitado la ropa por completo, así que dudaba que el hombre sintiera frío, pero tiró de la sábana y lo cubrió lo mejor que pudo.

—Gracias —le susurró y luego le acarició el cabello verde, besó la frente del humano dormido y silenciosamente se retiró de la habitación, forzándose a mantener el recuerdo de esa noche perfecta detrás de puertas cerradas para poder enfocarse en sus responsabilidades.

 

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